En la tierra, en el juego
De las almas que se estremecen
Al concentrarse en un beso.
Y aquí estas en tu cuerpo
Para animar el alma
Que comienza el movimiento.
Bendito el aire,
Bendito el suelo...
Dejas huella a tu paso
En este mismo espacio tiempo.
Cada paso que caminas,
Es sendero que destina.
Al encuentro más divino,
Que en mis brazos escribimos.
Cada gota es el motivo
Que alimenta nuestro océano prometido.
¿Y tú qué crees que aun no ansío tu peso sobre el mío?
¿Y tú qué crees que no están mis labios llenos de desierto?
Recibe mi brisa en cada momento,
Soy yo mismo que te besa eterno.
Tanto hace el sol que insiste en besar a su dama mientras maneja el día.
Si fue él mismo que eligió el cielo para no dejar de amarla
Si fue él mismo que vistió su amor de giro eterno a una tierra para disimular su furia de amor
Él dice que lo hizo por no quemarla, que la anatomía de su cuerpo no resistiría su calor.
Él declaró que la ama eterno y la penetra cada noche con su luz
Dijo que Él la ama
Él la cuida en el secreto de su silencio.
Todos lo saben, nadie lo reconoce.
Él brilla solo por ella
Ella sigue girando segun su orden
Da vueltas sobre ella para cumplir su sentencia.
Duda, muchas veces duda de no ser capaz de tanto amor.
Por eso sigue obediente a su designio...
No espera, no tiene esperanza, solo la certeza de que Él la ama.
¿Será por eso que de tanto en tanto ella se esconde para llorar en silencio?.
Toda la vida espera nueve veces ver su cara para comenzar a ser quien ella desea.
Mientras Él la alimenta con su mirada para confirmarle desde el cielo que la ama.
El Faro de Alejandria | ® Derechos Reservados, 2011 A.Zuccoli | Adaptación y Desarrollo: CampitoMedia