Balcón de Romeo y Julieta

miércoles, 3 de junio de 2009



VERONA, Italia (Reuters) - Un Romeo moderno finalmente se quedó el lunes con su chica cuando la norteña ciudad italiana de Verona abrió el balcón donde Julieta esperaba por su amante como un lugar para celebrar matrimonios

Tan solo por eso recuperamos lo que ocurrio alli.


ROMEO.— ¿Qué luz es esa que se asoma por la ventana? ¡Ah! ¡Es el Oriente y Julieta es mi Sol! Amanece tú, Sol… mata a la envidiosa Luna que siempre está enferma y por eso vive pálida de dolor, pues que tú, doncella en belleza, la aventajas… ¡Es ella, sí… es ella… ¡ay!… es mi amor! Si supiera que estoy aquí… Habla y no dice nada… pero qué importa: veo que hablan sus ojos y son a ellos a los que les voy a responder… Dos estrellas del cielo entre las más hermosas han rogado a sus ojos que, en su ausencia, brillen en las esferas hasta su regreso… ¡Ah!, ¡si habitaran su rostro las estrellas!, el brillo de sus mejillas podría sonrojar a las estrellas, como si fuese la luz del día que nos ilumina como si fuera una lámpara. Entonces, sus ojos en el cielo alumbrarían tanto los caminos del aire que hasta los pájaros se pondrían a cantar engañados creyendo que ya no es de noche.
Miren, cómo sostiene su mano la mejilla. ¡Ah!, si yo fuera guante con esa mano podría acariciar su rostro!

JULIETA.— ¡Ay de mí!

ROMEO.— ¿Habla acaso? — habla ángel mío, habla otra vez…

JULIETA.— ¡Oh, Romeo, Romeo! ¡Si fuese otro tu nombre! ¡Reniega de él! ¡Reniega de tu padre! O jura al menos que me amas y, entonces, dejaré de ser una Capuleto.

ROMEO.— ¿Debo escuchar o le hablo ahora mismo? (Dice al público, su confidente).

JULIETA.— … ¿Qué es un Montesco? La mano… ¡no!, ni es el pie, ni el brazo, ni la cara, ni cualquiera otra parte de un joven tan bello como él… ¡Si fuese otro tu nombre! ¿Qué hay en un nombre? Lo que conocemos como rosa, aunque tuviese otro nombre mantendría su perfume; de ese modo Romeo, aunque Romeo nunca se llamase, conservaría la misma perfección, la misma… Romeo, dile adiós a tu nombre, pues no forma parte de ti; y a cambio de ese nombre, tómame a mi, toma todo mi ser… (Asomándose Romeo más al balcón de Julieta.)

ROMEO.— (Ahora sí dirigiéndose a ella) Te tomo la palabra… Llámame sólo «amor» que este será como mi nuevo bautismo

JULIETA.— ¿Quién anda ahí? ¿Quién eres tú, cubierto por la noche, que me sorprendes en mis confidencias?

ROMEO.— … Mi nombre, —cielo mío— yo mismo lo detesto, pues sé que es tu enemigo. Si fuese una palabra escrita, ahora mismo la rompería…

JULIETA.— ¿Cómo es que llegaste aquí? (Voltea a ver su cuarto como para que nadie los descubra). Es tan alto el muro del jardín que es difícil de escalar; una muerte segura, siendo tú quien eres, pues si alguno de los míos alcanzara a encontrarte…
ROMEO.— Con las alas livianas del amor salté estos muros, pues para el amor no hay obstáculos de piedra, y lo que el amor puede, eso lo ha de intentar mi amor.

William Shakespeare

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